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Cuando la princesa del pop inició en 2016 un sorprendente romance con un modelo entonces desconocido llamado Sam Asghari, muy pocos apostaron por su futuro en común debido a la diferencia de edad que existe entre ellos -Britney tiene 38 años y él 26- y a la turbulenta vida personal de la cantante.
Sin embargo, su atractivo novio se ha mantenido a su lado durante algunos de sus momentos más duros en los últimos tiempos, incluido su ingreso en una clínica de salud mental a principios de 2018, y al mismo se ha convertido en una especie de híbrido entre motivador personal y entrenador.
La gran pregunta que se plantean muchos de los fans de la artista es si su ídolo se animará a pasar por el altar con Sam por eso de que a la tercera va la vencida: Britney estuvo casada durante poco más de dos días con un amigo de la infancia llamado Jason en 2004 y su matrimonio con Kevin Federline, padre de sus dos hijos, duró solo un par de años.
Ante esa pregunta, su chico prefiere mostrarse precavido, no cerrando ninguna puerta a lo que pueda depararles el futuro, pero sin entrar a dar detalles sobre sus planes al respecto.
«Creo que ese el objetivo último en cualquier relación, ¿para qué mantener una si no te lo planteas?», ha alegado Sam con mucha cautela en una entrevista a la revista New Magazine.
Al margen de alguna que otra aparición pública y muchas fotografías en Instagram, la pareja ha preferido mantener su relación alejada de los focos de la atención mediática y Sam duda mucho que algún día se animen a mostrar su rutina cotidiana, como hizo la intérprete en su momento en el reality ‘Britney and Kevin: Chaotic’ que protagonizó con su exmarido.
«Probablemente no. Nuestras redes sociales ya son un programa de telerrealidad en sí mismo», ha admitido Sam.